CAPÍTULO 72
Me
dijo que me sentase, y que en unos minutos me quitaría la venda. Le
hice caso y torpemente conseguí sentarme. Ahora no sabía donde
estaba Niall, no notaba su presencia cerca de mi, me estaba empezando
a agobiar un poco. Pude notar que unas manos me soltaban la venda de
los ojos. Al principio la luz me cegó, llevaba bastante tiempo con
aquello puesto, y me costó poder distinguirlo todo bien. Era
increíble, estábamos en una noria, sobre un lago. Íbamos en una de
las cabinas, y ya casi estaba llegando arriba, aquello era precioso,
no me lo podía creer.
-Gracias.
-Quería
darte una buena despedida.
-Y
lo has conseguido - lo abracé muy fuerte, y el me besó la parte de
detrás del cuello mientras seguía abrazada a el.
La
vista era preciosa. En mitad de la cabina había una mesa, con una
vela, que había sido la que había olido al entrar. Me quedé
contemplando la vista hasta que la noria comenzó a bajar, Niall
estaba detrás de mi, abrazado a mi cintura.
-Deberíamos
comer. -dijo señalando a la mesa.
Nos
sentamos y quitamos como unas tapas de los platos que hacían que la
comida siguiese caliente. Había elegido un menú simple, uno que yo
también hubiera elegido, pero la verdad que aunque era muy simple
estaba buenísimo, no se podía describir lo bien que sabía. La
noria volvió a llegar arriba cuando estábamos ya con el postre, y
me levanté para poder sacar una foto desde allí a lo alto. Nos
sacamos fotos mientras teníamos el paisaje detrás y luego volvimos
a la mesa. La noria dio unas cuantas vueltas mas, y luego ya nos
fuimos, fue una experiencia única, y fue muy romántica. Ademas toda
los cristales de la noria fueron como tiñéndose poco a poco y se
hacía todo un poco mas oscuro, podía ver a Niall a la luz de las
velas.
Al
poner los pies de nuevo en tierra firme me sentía rara, como si
flotase, y al principio me tuve que agarrar un poco a Niall para no
perder el equilibrio con los tacones. Me preguntaba el como habíamos
llegado allí, para volver cogimos un pequeño bote a motor, y un
hombre nos llevó hasta la otra orilla, ¿pero para ir? Yo no me
había bajado del coche, y me quedé con la mosca de saber como
habíamos llegado. Cuando llegamos a tierra nos metimos en el coche.
No sabía donde íbamos, y Niall tampoco me lo había dicho. Seguimos
por la carretera, y el sol se estaba escondiendo entre las pequeñas
montañas, entonces paró el coche en una esquina de la carretera,
donde había una especie de mirador que se podía ver todo el lago y
la noria a lo lejos. Era todo realmente bonito, el sol se estaba
escondiendo, y era una puesta de sol preciosa. Los dos nos besamos
mientras el sol seguía escondiéndose, si, lo sé, era muy cursi,
pero no lo cambiaría por nada en el mundo.
Era
tarde, deberíamos de volver, teníamos todavía camino hasta casa, y
Niall tenía que terminar de preparar todas sus cosas para irse esta
noche, no quería fastidiar lo bonito que era esto, pero había que
irse.
-Creo
que deberíamos de volver -dije con la mirada perdida en el agua.
-Me
quedaría aquí por siempre.
-Sabes
que no es posible. -hice una pausa y lo miré -gracias, ha sido todo
muy bonito.
-No
tienes por que darme las gracias -yo ya me encaminaba al coche -te
quiero -no me giré, pero sonreí.
La
verdad era que para donde habíamos ido no es que nos hubiéramos
tenido que poner tan elegantes, pero bueno, eso no era lo que mas
importancia tenía. Camino a casa paramos en un restaurante de comida
rápida, de los que tienen servicio para coche, así no perdimos
tanto tiempo. Esto era menos romántico, pero bueno, iba a ser
nuestra ultima cena juntos. En cuanto llegué a casa me quité los
zapatos, tenía los pies muertos, y nos sentamos los dos frente a la
tele a cenar. Apenas dos horas, dos horas y ya no estaría aquí
conmigo, dos horas y tendría que despedirme el él, dos horas. Me
acurruqué en su brazo, y fue como si me leyese el pensamiento.
-Eh,
no te preocupes ¿vale? -me acariciaba el pelo -Pasará pronto,
podremos hablar cada día, vendré a visitarte en cuanto este cerca,
te lo prometo.
No dije nada, me quedé callada, puede que esta fuese la ultima conversación que tuviese con él. Puede que no fuese verdad que cada día fuésemos a hablar, tal vez la presión de la gira no le dejase ni tiempo para hablar conmigo, tal vez no se acordase de mi, por otra vez, ese miedo volvió a invadir mi mente.